sábado, 29 de septiembre de 2007

LA MINA DE SAL


Mi pensamiento vuela raudo al mar.

La primavera con su suave tiranía de color

Arremolina los sentidos y levanta en armas al amor.

A esta hora, 3 de la madrugada,

me empino sobre la cresta de la noche

para atisbar el horizonte salado y hallar, allá,

tu cuerpo ovillado en ayunos y ritos de sobrecogida sinagoga.

El cambio de hora: un atropello mayor

Un insulto al reloj natural que los pocos llevamos en la frente a diferencia de los muchos, con el tic tac en la muñeca.

Lento avanza el convoy de los sueños hacia el mar del día;

y yo escudriño en el alma, mi alma, tu nombre,

tu palpitante mano, tu vibración primera

como un minero con la ampolleta eterna en el casco

y en la mano un poema alado que lleva tu destino.

Veo a lo lejos, bien allá, a lo lejos, que somos uno cualquier día, pero quizá, y así lo ruego, sea más cerca de lo que esta oscura noche me permite ver.

Busco como las gaviotas el mar sereno que duerme en tus ojos,

esas dos inmensas lagunas de pensamientos que florecen en mi jardín mueren en el tuyo.


CARLOS ORTEGA Textos

JOSE FERNANDO MOLINA Fotografias y Edición Digital

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