Amargo sollozo
alejándose en el negro valle del silencio,
reververando en el crepuscular paisaje trizado
Amargo sollozo
amargo y dulce como un caramelo relleno de hiel,
deshaciéndose en nuestras bocas llenas de besos
secas de versos, secas de gritos.
Una mujer canta triste
en el amplificador de sonidos,
gimotea en modulaciones gastadas.
Hay nostalgia como en tu faz y en tu cuerpo
desvistiéndose ante mis ojos cegados.
Aún son dos gotas de tristeza
tus labios húmedos sellando mis dedos,
apagando mis ojos siempre en penumbras,
no hay sol, ni luz alguna.
Al menos en esta noche estrellada
vestida de galas y lentejuelas,
para los que navegan juntos en el mar sin olas.
A veces pienso que es odio, sin apodo ni maquillaje
el que amaga nuestro brindis de júbilo,
nuestra fiesta sin noches al fondo
de las sábanas.
En el maridaje enjuiciado
en el tribunal de los intrusos
nos conocemos tal cual somos
esbozando formas bicorpóreas
bajo el cielo lleno de espejos.
¡Detente mi niña!
¡detén tu llanto solo!
Endulza tu amarga agonía,
que aún lejos de tu alma
en el ártico o las antillas
me deslizaré en puntillas hasta el huerto
fructuoso de tus delicias,
donde se sacia de amor toda mi humanidad
a pie descalzo sobre la tierra.